En un país con normalidad democrática, y lo es aquél en el que la Ley se aplica de manera igual para todos, sin distinción de clases sociales ni condición política, citar para declarar como testigo a un ciudadano en una causa penal no debería de ruborizar a nadie, ni ser motivo de debate político; y sí por el contrario considerarlo como algo natural, lógico y necesario, como un hecho más de la vida cotidiana.
Por eso resulta sorprendente que el Partido Popular se escandalice porque un Tribunal de Justicia llame a declarar como testigo al ciudadano Don Mariano Rajoy Brey, a la par actual Presidente del Gobierno. Si no lo fuese en la actualidad a nadie la causaría sorpresa su citación, dado que es el único exsecretario general del PP que no había sido citado a declarar, y puede aportar mucha información a la causa, en especial en lo relativo a la financiación irregular de su partido, que nadie en su sano juicio pueda pensar que no conocía. Es más, si la justicia no se limitase a perseguir a los tesoreros, y extendiese la causa frente a quienes se benefician de los ingresos obtenidos en B, debería de estar sentado en el banquillo de los acusados.
Confiemos en que Mariano Rajoy sepa asumir el envite con deportividad, y acepte que su declaración tenga lugar con su presencia física y no escondiéndose tras un plasma, para demostrar que es un ciudadano más, y no alguien que ostenta privilegios por su condición política; sería un signo más de normalidad democrática que todos agradeceríamos.
En todo caso Don Mariano debe saber que su declaración como testigo le obliga a decir la verdad, contestar a todas las preguntas declaradas pertinentes, y evitar las evasivas; algo que puede resultar muy difícil para un político, acostumbrado precisamente a lo contrario. Y debe de medir muy bien sus respuestas, porque el falso testimonio está penado en el Código Penal para el caso de que se le descubra alguna mentira. No pasará nada especial, pero será muy divertido verle actuar en un escenario en el que no está habituado.
